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Este no es el principio

2022-11-11 ~hache


En realidad este no es el principio. Un viaje nunca comienza con el primer paso, sino con el primer sueño; y antes de este ya hubo algún anhelo, y aún antes un saber heredado desde un tiempo perdido. Y si todo acaba allá donde no existe la memoria, que es lo mismo que decir que no existe el tiempo, entonces es difícil hallar el principio de cualquier cosa, si no imposible: todo viaje, de este modo, es acaso un episodio atascado en el olvido, yendo y viniendo siempre sobre lo mismo, sin saber nunca dónde comenzó la travesía.

En tales términos, la geografía determina también la singularidad de la perspectiva. Mientras que la tierra firme descubre tesoros hacia dentro y busca crecer en su inmensidad, la insularidad revienta el panorama estrecho y nos lanza al mar que parece inagotable. Una isla siempre se desborda porque no se basta: el isleño crece en esa insuficiencia y se pierde en lo desconocido o lo incalculable. Los nativos le dijeron a Colón, recién llegado a América, que Cuba era una isla infinita. Y tenían razón.

Sobre la escasa realidad se levanta el ingenio humano. Allí donde solo hubo piedras encontró herramientas y materiales e hizo cosas más grandes aún. Luego un larguísimo proceso nos trajo hasta aquí, envueltos en formas matemáticas más abstractas que hacen posible que yo

pueda mostrarles este texto y que ustedes puedan leerlo. Esas formas no existieron jamás sobre la tierra, sino que nacieron de la convulsión del pensamiento humano. Pero tampoco son una traducción taxativa de la naturaleza, hecho común del lenguaje que se apropia de la realidad. Esta ciencia guarda una mayor relación con la poesía, que junto a ella provienen de una región oscura e innombrable. La ciencia no hallará jamás un fin como mismo ignora sus orígenes. La poesía tampoco.

La poiesis es una actividad fundamental del isleño. Su tierra firme se sostiene sobre esta plataforma de imaginarios que lo desplazan continuamente de su aislamiento. Y como la imaginación no alcanza nunca límite alguno, sino que se expande mucho más, toda isla es infinita por cuanto trasciende su condición hacia un plus ultra de significados y sentidos. En esta travesía vale anotar esto, no como un punto de partida histórico, pues sigue siendo difícil definir un principio, y ni siquiera como un punto de llegada, a partir del cual queda agotada la obra.

Sin embargo, este también es el principio de algo, una obsesión tal vez, que compuso piedra sobre piedra en pocos meses, para no hacer más que decir otra cosa. Porque lo infinito se materializa en todos los lenguajes para dar testimonio de sí en distintas formas, y he aquí la manera hallada, o uno de los tantos principios para hablar de lo inacabado.


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