No quería partir pero el camino le llamaba.
Le hacía rememorar escenas ya lejanas,
el romper de un chubasco,
el vaho de la tierra,
el cariaquito entre las yemas de los dedos.
Como Margaret nos dijo una vez:
“nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el mundo.
De hecho,son los únicos que lo han logrado”
En la flora del desencanto
un aroma de espectros acecha. Un cordón
hilado por el hambre de augurios
un sinsabor de alegrías. Tiempo
de sutil diabolismo
anclado
a la tierra.
Me domina su
Ya me anclo,
no avanzo.
Luego me canso.
Ya descanso,
pero me atraso.
Por un momento
soy corriente.
Pronto vuelvo al paso.
Obsidiana
Son metaforas simples lo que somosTeskatlipoka.